Luego de más de un año, vuelvo a retomar este medio para comunicarme con ustedes.
Durante este tiempo he adquirido experiencia sobre discapacidad, teórica y práctica.
Desde mi modesto punto de vista, el avance sobre discapacidad ha sido muy lento.
El conocimiento de la discapacidad es tan informal, que sólo nos sirve de propaganda, pero de beneficio, nada.
He podido comprobar que muchas autoridades que trabajan el tema de discapacidad, en realidad, no lo conocen. Ni siquiera nuestras autoridades gremiales tienen un conocimiento razonable de la discapacidad.
Pido la contribución de las Universidades en el aporte científico y seriedad que necesita este tema.

miércoles, 25 de mayo de 2011

LA METAFORA DE LA INCLUSION Y LA CONTRADICCION



Por Horacio A. Luna Mercado (*)
Hoy me regalaron un trébol de cuatro hojas. Recién cortado. Como una promesa de buena suerte casi palpable.
Y pensé en cómo nos condiciona positivamente una situación poco común convertida, patrón cultural mediante, en un buen pronóstico; un buen presagio.
Nadie sabe a quién se le ocurrió la idea; ni desde cuándo creemos que los tréboles de cuatro hojas traigan suerte.
La cuestión es que todos creemos que los tréboles de cuatro hojas traen suerte.
Un patrón cultural es así. Lo incorporamos desde pequeños y, sin cuestionarlo ni averiguar su origen, lo vamos asumiendo, al tiempo que lo difundimos, hasta que forma parte de nuestras vidas.
Ahora bien. Un trébol de cuatro hojas no es algo común. Y si lo pensamos un poco, un trébol de cuatro hojas no merece llamarse trébol.
Los tréboles están genéticamente programados para tener tres hojas. Un trébol de cuatro hojas es un trébol que sufrió una alteración genética. Germinó con esa alteración y, lamentablemente, la lleva consigo toda su vida.
Y se le nota…
En nuestra especie, nacer con síndrome de down implica nacer con una alteración genética. Dicho de otra manera (que es casi la misma manera), una alteración genética es la que produce el síndrome de down.
Desde ese punto de vista podríamos decir, sin salirnos de la faz científica que el asunto tiene, que un trébol de cuatro hojas es -definitivamente- un trébol con síndrome de down.
A esta altura, cualquier lector/a desprevenido/a puede considerar arbitraria, inconducente, o al menos impertinente la comparación.
Dado que la cordura y las buenas formas no son lugares que acostumbro habitar, voy a continuar y a tratar de cerrar la idea; intentando justificar el título que aparece como poco claro (lo de la metáfora, la inclusión… y la contradicción).
Y pienso…
Si fuera un trébol de cuatro hojas crecería con mucho miedo. Miedo a que me vean, a que me descubran. Intentaría esconder (¡no sé cómo, siendo planta!) mi cuarta hoja. O acercarme, hasta quedar bien debajo, a un hermoso hermano-trébol-normal.
Porque, como todos sabemos, creemos y esperamos, un trébol de cuatro hojas trae suerte a quién lo encuentra; o a aquél al que se lo regalan.
Al único que no le trae buena suerte es al trébol de cuatro hojas. Porque es arrancado, cortado y guardado como un buen presagio.
Técnicamente diríamos que las expectativas de vida de un trébol de cuatro hojas están relacionadas en forma directamente proporcional a la posibilidad de que alguien lo encuentre, lo descubra. Cuando eso sucede, empieza nuestra posibilidad de tener suerte.
Y ahí termina la vida del trébol.
Un niño down también tiene su vida (al menos su calidad de vida) sujeta a la posibilidad de que alguien, además de sus padres, lo encuentre, lo descubra. Necesita que lo planten, lo rieguen y lo cuiden. Al revés del trébol, debe extender al máximo sus brazos y su alma para que alguien dé cuenta de él.
Y lo incluya.
No es una tarea sencilla. Porque siempre nos preguntamos si un niño down puede estar o no en algún lugar. Si logrará o no hacer tal o cual cosa.
A esta altura estoy en condiciones óptimas de pedirles que iniciemos una campaña masiva que conduzca a incorporar un nuevo patrón cultural. Pedirles que nos animemos a pensar (hasta convencernos) y a difundir (hasta que todos lo piensen), que los niños down traen suerte.
Para que, al encontrarnos con ellos (una situación simple y sencilla), se convierta, patrón cultural mediante, en un buen pronóstico, un buen presagio.
No sé si sería más lindo nuestro mundo. Sí sé que sería más lindo el mundo para estos niños.
Déjenme pensar, al menos, que sería más fácil incluirlos. Que no nos costaría tanto.
Porque acabo de demostrarles que un patrón cultural tiene la propiedad de cambiar, para bien o para mal, el medio en el que habitamos.
Déjenme creer que este mundo nuestro sería mejor.
Porque lo que creemos, pensamos y sentimos, determina la vida de los que nos rodean.
Por eso nuestro mundo puede ser mejor, más lindo.
Tan lindo como nacer vaca en la India. Y ser, patrón cultural mediante, sagrado para toda la vida…
(*) Supervisor escolar del nivel primario. Trabaja en Neuquén capital, su zona de supervisión es la VI y corresponde al oeste.
Publicado por EL ECO-ES COMUNICAR EN DISCAPACIDAD

DISCAPACIDAD, UN CAUDAL DE TALENTO


Desde España:
Si hay un hecho singularmente reseñable en la realidad social de estos últimos años, es el proceso de convergencia que han experimentado las empresas y las entidades no lucrativas de iniciativa cívica. Esa convergencia de dos esferas, en principio, distintas y distantes, es lo que se ha dado en llamar Responsabilidad Social de las Empresas. Las empresas se han hecho permeables a un entorno que no formaba parte de sus elementos constitutivos tradicionales, y no como sacrificio, cesión o renuncia, sino como un añadido aparentemente exógeno que agrega valor. Esta apertura de las empresas ha sido pareja al reconocimiento de las organizaciones no gubernamentales como parte legitimada e interesada para intervenir o al menos participar en el orden empresarial, influyendo en la toma de decisiones. La empresa deja de ser un ámbito de decisiones único, ligado a la propiedad o a la dirección, para pasar a ser un centro multifocal, en el que los grupos de interés se revelan como contrapartes y se erigen en copartícipes.
En España, este proceso generalizado de Responsabilidad Social de las Empresas ha sido particularmente intenso en un sector de la acción social, a saber, la que tiene que ver con la discapacidad. Según las fuentes estadísticas disponibles, más del 40% de la acción de las empresas en materia de Responsabilidad Social tiene como destino la discapacidad. Esto puede deberse, por una parte, a la importancia del tejido cívico de la discapacidad en España, que al actuar genera las condiciones para que la Responsabilidad Social se expanda en este campo; y, por otra, al menor desarrollo, en términos históricos y en comparación con otros países más avanzados, de la acción pública en materia de discapacidad, que deja un espacio más amplio a la iniciativa no pública, bien empresarial bien social, o mejor aún, a la confluencia de ambas.
La Fundación ONCE -sin asomo de dudas la entidad que en sus 20 años de vida más ha hecho en España por articular y expandir la Responsabilidad Social Empresarial en relación con la discapacidad- vuelca hoy todo su conocimiento y pericia en esta Guía, que resultará extremadamente provechosa para todas aquellas empresas que se animen a incorporar la diversidad humana que significa la discapacidad al núcleo de sus inquietudes y anhelos. Hacer un uso inteligente de esta Guía elaborada por la Fundación ONCE es el modo más acertado de no dar la espalda al caudal de talento que lleva consigo la discapacidad.
Luis Cayo Pérez BuenoPresidente CERMI

miércoles, 18 de mayo de 2011

DISCRMINACION Y DISCAPACIDAD


Según el diccionario, discriminar significa separar, distinguir, diferenciar una cosa de otra, tratar a una persona o grupo de personas como seres inferiores, por razones raciales, políticas, religiosas, económicas, de edad, salud o condición.
La persona que discrimina adopta una actitud de superioridad frente a quienes no cumplen los requisitos que consideran indispensables para aceptarlos, como ascendencia, raza, religión, posición económica, postura política, presencia, condición social, salud y edad deseables, como amigos, parientes, vecinos, compañeros de estudios, de trabajo o simplemente como conciudadanos.
Los demás parámetros como el honor, la honradez, la humildad, la bondad, la decencia y todas las demás cualidades que hacen a una persona única, son simplemente ignoradas porque no se ven a simple vista y no sirven para clasificarlas.
La discriminación se da en todos los niveles, en las familias, en el trabajo, en las instituciones educativas, en la política, en los espectáculos, en los deportes, en las distintas clases sociales y hasta en las religiones.
El hombre tiende a clasificar y a dividir todo desde su punto de vista o desde el punto de vista del grupo con el que siente identificado, y al mismo tiempo pone todo su empeño para pertenecer al grupo que es como él.
El caso es que la tendencia a discriminar ya la llevamos en los genes y es muy difícil deshacerse de ella, porque en el fondo todos lo hacemos de algún modo, casi sin darnos cuenta.
El creer que uno es superior y que hay personas o cosas mejores que otras, según una apreciación personal o colectiva, sin tener en cuenta que las personas y las cosas también pueden ser diferentes y no por eso deben ser descalificadas, mantiene la dualidad del mundo en lindos y feo, buenos y malos, ricos y pobres, inteligentes e ignorantes, jóvenes y viejos, saludables y enfermos, a la moda o fuera de onda.
La vida, dice Amartya Sen, puede considerarse como un conjunto de funcionamientos interrelacionados, consistentes en estados y acciones (“Nuevo examen de la desigualdad, 1999).
A lo largo de nuestra vida, desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte realizamos un con junto de funcionamientos interrelacionados, que dependen de nuestras capacidades.
Ahora bien, desde el primer día de nacimiento todos empezamos a recorrer este tortuoso camino hacia la discapacidad.
Si la OIT, mediante la CIF ha querido cambiar la visión de la Discapacidad hacia lo positivo, al punto de que esta es válida para cualquier persona y consideramos como válida la premisa de la “Diversidad humana”, entonces, no debemos limitar al conjunto de características meramente descriptivas, propias y externas, asociadas a cada persona, sino extenderse también a las características particulares de sus funcionamientos.
El término diversidad funcional describe una realidad en la que una persona dada tiene acceso potencial a los mismos funcionamientos que el resto, pero de manera diversa.
La construcción del entorno social es la que provoca la discriminación y ahonda la discapacidad.

Por tanto, deberíamos considerar la Discapacidad como una consecuencia lógica de nacer, enfrentarnos al ambiente y beneficiarnos con la ciencia.
Al aceptar esta definición evitaremos discriminar, aceptaremos la diversidad humana y nuestro recorrido por cada vida en particular y solo definiremos el grado que sea atendible o preocupante.
Evitaremos discriminar, contribuyendo a la solución del problema y dejando de caer en contradicciones.

Si queremos un nombre para señalar a las PCD podría ser PERSONAS CON CAPACIDAD ASISTIDA (PCA).